/ sábado 27 de enero de 2024

Buen provecho

“Porque hay más belleza en un solo brote de col y más dignidad en una pequeña zanahoria, que en una docena de cuencos dorados llenos a rebosar de carne y huesos”.

Nadie es ajeno a la fama del gran Leonardo Da Vinci, y sus aportes a la ciencia y las artes; pero muy pocos conocen su libro relacionado con la cocina, titulado “Códice Romanoff”.

Algunos especialistas refieren, que se trata más bien de un libro de notas; ya que Leonardo fue un apasionado de la cocina, en la que no sólo preparó banquetes para nobles, sino que se preocupó por crear recetas para la gente pobre.

En el Códice Romanoff, se encuentran una serie de reglas de comportamiento general para los comensales; ya que da Vinci, mostro su preocupación por los modales en la mesa, fue tan evidente, que buena parte de su tratado se lo dedica a lo que él consideraba, como socialmente aceptable a la hora de comer.

Se sabe que, en su época era normal tomar los alimentos con las manos, y que los integrantes de la nobleza, utilizaban animales vivos para que los invitados, limpiaran sus manos en la piel de los mismos.

Todo esto surge en 1482, cuando Leonardo da Vinci, trabajó en la corte de Ludovico Sforza, gobernador de Milán, quien quedó impresionado por sus cualidades, y lo nombra consejero de fortificaciones y maestro de festejos y banquetes.

De esta forma, quedó registrado el interés de Leonardo por la cocina y la elaboración de los alimentos; pero además estableció, las reglas que una persona debe tener, al momento de comer los alimentos frente a otros comensales; ejemplo:

Ningún invitado ha de sentarse, ni poner los pies sobre la mesa. No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.

No ha de poner trozos de su propia comida, de aspecto desagradable o a medio masticar.

No ha de escupir sobre la mesa. Ni tampoco de lado.

No ha de hacer ruidos de bufidos.

No debe rascarse ninguna parte del cuerpo en la mesa.

No ha de hacer discursos, ni vociferar improperios ni tampoco proponer acertijos obscenos, si está sentado junto a una dama.

No ha de hacer insinuaciones impúdicas.

No se deben escupir los fragmentos no comestibles, como huesos y espinas. Hay que sacarlos de la boca (de una forma natural) y dejarlos sobre el plato de servicio.

Nunca masticar con la boca abierta. No meter en la boca un nuevo alimento antes de tragar, el que está masticando.

No debe chupar o roer los huesos.

No puede llevar alimentos de la mesa para comerlos más tarde.

Toser, estornudar o sonarse requieren tomar precauciones para hacerlo, pues delante de los comensales causará molestia y repugnancia.

No respaldar en la silla de manera que ésta bascule hacia atrás apoyada en el suelo solamente con las dos patas traseras.

No empezar a comer hasta que todo el mundo esté servido.

No se sirve un nuevo plato, hasta que todos los comensales hayan terminado el primero y les hayan sido retirados platos y cubiertos.

No se olvide de dar las gracias cuando le sirvan, tampoco descuide el «por favor» al solicitar cualquier cosa. No debe apoyar los codos sobre la mesa, ya que da una imagen de pereza frente a otros comensales.

Nunca olfatee los alimentos con ademán explícito, nunca debe alzar el plato de la mesa para tomar las últimas gotas del alimento.

Y muchas, muchas otras reglas más.

Recordemos que los modales en la mesa, nos arroja información sobre la educación de las personas.

Considerando que algunas costumbres posiblemente han cambiado, hemos de referir que Leonardo da Vinci, además de ser un genio del arte, la ciencia y la ingeniería, también era un hombre de modales refinados.

En sus notas de cocina, escribió sobre una serie de reglas de etiqueta para la mesa, que siguen siendo relevantes hoy en día y que ahora conocemos como: protocolo y etiqueta.

¿Y usted ejerce alguna de estas reglas?

Porque ¿Quién no ha visto en algún restaurante que otra persona está limpiando los dientes con un palillo o picadientes?

O ¿Quién no se ha percatado que debajo de una mesa encuentra un chicle pegado?

O ¿Quién no ha escuchado la conversación telefónica de alguna persona fatua, petulante y presuntuosa?

Y finalmente ¿Por qué se deben tolerar estos eventos?

Sin duda tener buenos modales en la mesa, es una garantía y reflejo de educación para otros comensales.

Porque llevarse una manzana a la boca no significa desobedecer una prohibición; pero con toda seguridad es un fruto, que nos permite comprender quienes somos, a través del orden de la primera mordida.

¿Será cierto?


“Porque hay más belleza en un solo brote de col y más dignidad en una pequeña zanahoria, que en una docena de cuencos dorados llenos a rebosar de carne y huesos”.

Nadie es ajeno a la fama del gran Leonardo Da Vinci, y sus aportes a la ciencia y las artes; pero muy pocos conocen su libro relacionado con la cocina, titulado “Códice Romanoff”.

Algunos especialistas refieren, que se trata más bien de un libro de notas; ya que Leonardo fue un apasionado de la cocina, en la que no sólo preparó banquetes para nobles, sino que se preocupó por crear recetas para la gente pobre.

En el Códice Romanoff, se encuentran una serie de reglas de comportamiento general para los comensales; ya que da Vinci, mostro su preocupación por los modales en la mesa, fue tan evidente, que buena parte de su tratado se lo dedica a lo que él consideraba, como socialmente aceptable a la hora de comer.

Se sabe que, en su época era normal tomar los alimentos con las manos, y que los integrantes de la nobleza, utilizaban animales vivos para que los invitados, limpiaran sus manos en la piel de los mismos.

Todo esto surge en 1482, cuando Leonardo da Vinci, trabajó en la corte de Ludovico Sforza, gobernador de Milán, quien quedó impresionado por sus cualidades, y lo nombra consejero de fortificaciones y maestro de festejos y banquetes.

De esta forma, quedó registrado el interés de Leonardo por la cocina y la elaboración de los alimentos; pero además estableció, las reglas que una persona debe tener, al momento de comer los alimentos frente a otros comensales; ejemplo:

Ningún invitado ha de sentarse, ni poner los pies sobre la mesa. No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.

No ha de poner trozos de su propia comida, de aspecto desagradable o a medio masticar.

No ha de escupir sobre la mesa. Ni tampoco de lado.

No ha de hacer ruidos de bufidos.

No debe rascarse ninguna parte del cuerpo en la mesa.

No ha de hacer discursos, ni vociferar improperios ni tampoco proponer acertijos obscenos, si está sentado junto a una dama.

No ha de hacer insinuaciones impúdicas.

No se deben escupir los fragmentos no comestibles, como huesos y espinas. Hay que sacarlos de la boca (de una forma natural) y dejarlos sobre el plato de servicio.

Nunca masticar con la boca abierta. No meter en la boca un nuevo alimento antes de tragar, el que está masticando.

No debe chupar o roer los huesos.

No puede llevar alimentos de la mesa para comerlos más tarde.

Toser, estornudar o sonarse requieren tomar precauciones para hacerlo, pues delante de los comensales causará molestia y repugnancia.

No respaldar en la silla de manera que ésta bascule hacia atrás apoyada en el suelo solamente con las dos patas traseras.

No empezar a comer hasta que todo el mundo esté servido.

No se sirve un nuevo plato, hasta que todos los comensales hayan terminado el primero y les hayan sido retirados platos y cubiertos.

No se olvide de dar las gracias cuando le sirvan, tampoco descuide el «por favor» al solicitar cualquier cosa. No debe apoyar los codos sobre la mesa, ya que da una imagen de pereza frente a otros comensales.

Nunca olfatee los alimentos con ademán explícito, nunca debe alzar el plato de la mesa para tomar las últimas gotas del alimento.

Y muchas, muchas otras reglas más.

Recordemos que los modales en la mesa, nos arroja información sobre la educación de las personas.

Considerando que algunas costumbres posiblemente han cambiado, hemos de referir que Leonardo da Vinci, además de ser un genio del arte, la ciencia y la ingeniería, también era un hombre de modales refinados.

En sus notas de cocina, escribió sobre una serie de reglas de etiqueta para la mesa, que siguen siendo relevantes hoy en día y que ahora conocemos como: protocolo y etiqueta.

¿Y usted ejerce alguna de estas reglas?

Porque ¿Quién no ha visto en algún restaurante que otra persona está limpiando los dientes con un palillo o picadientes?

O ¿Quién no se ha percatado que debajo de una mesa encuentra un chicle pegado?

O ¿Quién no ha escuchado la conversación telefónica de alguna persona fatua, petulante y presuntuosa?

Y finalmente ¿Por qué se deben tolerar estos eventos?

Sin duda tener buenos modales en la mesa, es una garantía y reflejo de educación para otros comensales.

Porque llevarse una manzana a la boca no significa desobedecer una prohibición; pero con toda seguridad es un fruto, que nos permite comprender quienes somos, a través del orden de la primera mordida.

¿Será cierto?