/ sábado 26 de septiembre de 2020

Después de la pandemia, otra sociedad

Desde el 23 de marzo que inició la Jornada Nacional de Sana Distancia, la pandemia ha cobrado más de 73 mil vidas en México.

El dato es alarmante sólo superado por India, Brasil y Estados Unidos; desde luego que esta condición ha dejado graves afectaciones económicas, educativas, sociales e incluso políticas.

Todas las regiones del país, han sido tomadas en cuenta, para la estadística que arroja la información que las autoridades utilizan para explicar, justificar, corregir o incluso aumentar, también fuimos testigos de algunas declaraciones incongruentes de funcionarios de la 4T, desde la cerrazón de no usar cubrebocas y minimizar la tragedia, por todos aquellos que han sufrido la pérdida de un ser querido por la pandemia.

La polémica no dejo de estar presente y ha dado un vuelco en toda la sociedad; desde políticos opositores, analistas, expertos y/o científicos, vieron sobre la mesa el plato de la polémica y crítica; considerando que la crítica es simplemente crítica; ya que calificarla como “buena o mala” es un arcaísmo y un verdadero absurdo, desafortunadamente algunos políticos aún siguen refiriéndose a la […crítica…] como “buena o mala” cayendo en el error.

Actualmente frente la llamada <nueva normalidad> se incrementan los temores, como el miedo por salir a la calle y trabajar, bajo el riesgo a ser contagiados; por otro lado el tedio del encierro, la asfixia sicológica del cubrebocas, la limitación del contacto físico y social, sumado a la zozobra de pensar en que todos somos sospechosos de contagiar o ser contagiados; son factores que mantienen con temor a la población.

Frente a esta condición algunos se muestran paranoicos otros despreocupados y hay quienes se muestran retadores, sabemos que la vida sigue su curso y con ella la capacidad individual de adaptación a otra realidad más que a una <nueva normalidad> que ha invadido nuestras rutinas para siempre.

Al final el escenario que se proyectó, terminó rebasado por la realidad de la emergencia epidemiológica que aún está presente.

Pero y cuando pase todo esto, se ha preguntado: ¿Qué tipo de país tendremos cuando termine la pandemia?

Es muy posible que surjamos de manera diferente, de cómo llegamos desde marzo, así que no es necesario recordar que vivimos en un mundo interconectado; se ha demostrado que ningún país puede abordar esto solo, y ningún sector de la sociedad puede ser ignorada, para enfrentar este desafío global.

Sin duda es una prueba de aprendizaje y madurez, en la que participamos todos, y me refiero al aspecto del progreso social y económico, que debe llegar oportunamente a los grupos más vulnerables, que curiosamente son a quienes las esferas del poder, han descuidado o relegan, porque simplemente no son una prioridad.

Lo esencial en estos momentos es la prevención de la propagación de este virus, por medio de alguna vacuna que sea efectiva para controlar la diseminación y contagio de covid-19

Más allá de estos desafíos inmediatos, el camino recorrido de la pandemia ha puesto a prueba nuestros principios y valores que […comulgamos y ejercemos…] como sociedad.

Así que del balance que hagamos, dependerá cómo nos reincorporaremos a una <nueva realidad> que demanda cambios de hábitos en nuestras costumbres, inclusive hasta modificaciones en los valores, con el único propósito de darle un sentido de progreso y calidad humanitaria a la comunidad.

Pensar en ello es importante, porque en algún momento deberemos hacer un balance, para distinguir lo “ganado y lo perdido” por una crisis que detuvo al mundo por completo.

Desde luego que no habrá un retorno al pasado, lo que está por definir es qué haremos hacia el futuro inmediato, con objetivos de corto y mediano plazo, en lo individual y en lo colectivo.

Será un tiempo de prevención para futuras crisis que enfrentemos, con el uso correcto de la ciencia y la tecnología, bajo la directriz de la ética, pero también con apertura a un cambio que solidifique a la sociedad fincada en el respeto por la vida.

De esta forma tendremos mayores oportunidades, que nos permitan salir más rápido de esta pandemia, a través de la humildad y generosidad, valores que nos permitirán compartir un planeta, que se muestra cada día más agotado y dañado por las irracionalidades y los comportamientos nocivos de algunos.

Es necesario hacer un cambio definitivo por el bien común, para consolidar otra nación, otra sociedad y otros valores, que nos permitan avanzar hacia mejores condiciones de vida.

Desde el 23 de marzo que inició la Jornada Nacional de Sana Distancia, la pandemia ha cobrado más de 73 mil vidas en México.

El dato es alarmante sólo superado por India, Brasil y Estados Unidos; desde luego que esta condición ha dejado graves afectaciones económicas, educativas, sociales e incluso políticas.

Todas las regiones del país, han sido tomadas en cuenta, para la estadística que arroja la información que las autoridades utilizan para explicar, justificar, corregir o incluso aumentar, también fuimos testigos de algunas declaraciones incongruentes de funcionarios de la 4T, desde la cerrazón de no usar cubrebocas y minimizar la tragedia, por todos aquellos que han sufrido la pérdida de un ser querido por la pandemia.

La polémica no dejo de estar presente y ha dado un vuelco en toda la sociedad; desde políticos opositores, analistas, expertos y/o científicos, vieron sobre la mesa el plato de la polémica y crítica; considerando que la crítica es simplemente crítica; ya que calificarla como “buena o mala” es un arcaísmo y un verdadero absurdo, desafortunadamente algunos políticos aún siguen refiriéndose a la […crítica…] como “buena o mala” cayendo en el error.

Actualmente frente la llamada <nueva normalidad> se incrementan los temores, como el miedo por salir a la calle y trabajar, bajo el riesgo a ser contagiados; por otro lado el tedio del encierro, la asfixia sicológica del cubrebocas, la limitación del contacto físico y social, sumado a la zozobra de pensar en que todos somos sospechosos de contagiar o ser contagiados; son factores que mantienen con temor a la población.

Frente a esta condición algunos se muestran paranoicos otros despreocupados y hay quienes se muestran retadores, sabemos que la vida sigue su curso y con ella la capacidad individual de adaptación a otra realidad más que a una <nueva normalidad> que ha invadido nuestras rutinas para siempre.

Al final el escenario que se proyectó, terminó rebasado por la realidad de la emergencia epidemiológica que aún está presente.

Pero y cuando pase todo esto, se ha preguntado: ¿Qué tipo de país tendremos cuando termine la pandemia?

Es muy posible que surjamos de manera diferente, de cómo llegamos desde marzo, así que no es necesario recordar que vivimos en un mundo interconectado; se ha demostrado que ningún país puede abordar esto solo, y ningún sector de la sociedad puede ser ignorada, para enfrentar este desafío global.

Sin duda es una prueba de aprendizaje y madurez, en la que participamos todos, y me refiero al aspecto del progreso social y económico, que debe llegar oportunamente a los grupos más vulnerables, que curiosamente son a quienes las esferas del poder, han descuidado o relegan, porque simplemente no son una prioridad.

Lo esencial en estos momentos es la prevención de la propagación de este virus, por medio de alguna vacuna que sea efectiva para controlar la diseminación y contagio de covid-19

Más allá de estos desafíos inmediatos, el camino recorrido de la pandemia ha puesto a prueba nuestros principios y valores que […comulgamos y ejercemos…] como sociedad.

Así que del balance que hagamos, dependerá cómo nos reincorporaremos a una <nueva realidad> que demanda cambios de hábitos en nuestras costumbres, inclusive hasta modificaciones en los valores, con el único propósito de darle un sentido de progreso y calidad humanitaria a la comunidad.

Pensar en ello es importante, porque en algún momento deberemos hacer un balance, para distinguir lo “ganado y lo perdido” por una crisis que detuvo al mundo por completo.

Desde luego que no habrá un retorno al pasado, lo que está por definir es qué haremos hacia el futuro inmediato, con objetivos de corto y mediano plazo, en lo individual y en lo colectivo.

Será un tiempo de prevención para futuras crisis que enfrentemos, con el uso correcto de la ciencia y la tecnología, bajo la directriz de la ética, pero también con apertura a un cambio que solidifique a la sociedad fincada en el respeto por la vida.

De esta forma tendremos mayores oportunidades, que nos permitan salir más rápido de esta pandemia, a través de la humildad y generosidad, valores que nos permitirán compartir un planeta, que se muestra cada día más agotado y dañado por las irracionalidades y los comportamientos nocivos de algunos.

Es necesario hacer un cambio definitivo por el bien común, para consolidar otra nación, otra sociedad y otros valores, que nos permitan avanzar hacia mejores condiciones de vida.