/ sábado 25 de julio de 2020

Educación, un derecho fragmentado

Durante la pandemia que estamos viviendo, el sacrificio para sobrevivir de las personas más vulnerables es muy diferente, porque literalmente muchas de ellas carecen de todo.

Sin embargo existe un grupo de población, que tiene aún más daño, y nos referimos a los niños y niñas que viven en la pobreza, inmersos en una crisis educativa, por lo que formaran una generación que aprenderá cada vez menos.

Como sabemos los confinamientos y las medidas de distanciamiento social, obligaron a cerrar escuelas afectando a 1,600 millones de niños aproximadamente en todo el mundo.

Alguna ventaja tuvieron, aquellos que viven en los suburbios, ya que el Internet les permitió lograr algunos proyectos de tareas escolares, y tomar directrices de sus maestros; pero no todos tuvieron alcance a estas herramientas, debido al desconocimiento digital tanto de profesores como de alumnos.

[…Es importante mencionar que la educación, es considerada como el único medio para salir de la pobreza…]

Y en este momento, la educación de los niños más desfavorecidos del mundo está fragmentada, ya que el derecho de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad está paralizada.

Antes de la pandemia se tenían cifras de casi 260 millones de niños no escolarizados y 400 millones que abandonaron sus estudios después de los 11 años.

La pregunta es:

¿Qué proyecto de vida les espera a estos niños y niñas?

Desde luego que nuestro país no está ajeno a este problema, la pandemia ha dejado expuestas las grandes deficiencias del sistema educativo.

Aproximadamente hay 37 millones de estudiantes en México; pero se estima que solo el 40 % de los hogares mexicanos tienen computadora, lo que representa un problema de desigualdad tecnológica.

Pero de acuerdo al calendario escolar, muchos de ellos ya habrán celebrado una graduación muy atípica, para cuando las escuelas reabran, es muy probable que muchos niños pobres no vuelvan a clases.

Es probable que más niños se sumen a las filas de menores en edad escolar, obligados a trabajar; pero el problema es todavía más delicado, ya que muchas niñas y adolescentes serán obligadas a casarse antes de tiempo, pero también aquellas que tengan entre 12 y 15 años de edad, se convertirán en madres de familia sin la posibilidad de regresar al escuela.

Todo esto genera un ciclo incontrolable en muchas regiones del país, y al mismo tiempo podría ser un tema incómodo para algunas autoridades.

Sin contar que recientemente en México alcanzamos la cifra de 40 mil fallecidos por covid-19, con la lejana probabilidad de que la pandemia disminuya, sin embargo algunas entidades que están en semáforo naranja, tienen el riesgo de regresar al color rojo, por el número de contagios y fallecidos que simplemente no disminuyen.

Bajo estas circunstancias el horizonte no es muy prometedor, el desempleo sigue en aumento afectando a miles de familias y las finanzas públicas cada vez más frágiles, con este escenario los especialistas refieren que la recuperación tomara varios años.

Sin ser fatalista la falta de experiencia política, ha dejado mudos a muchos, sin poder dar soluciones a problemas que nos afectan a todos; con la consecuencia de que nos hace más vulnerables frente decisiones equivocadas.

La UNESCO calcula que antes de la crisis del Covid 19, 50 países no invertían en educación el mínimo recomendado de 4% del PIB, o 15% del presupuesto público.

La falta de financiamiento suficiente por parte de gobiernos y donantes lleva a que muchos de los 30 millones de niños refugiados y desplazados pasen de la edad escolar sin pisar jamás un aula.

El problema se agrava ya que la pandemia restringirá aún más los presupuestos.

No olvidemos que los efectos de una educación perdida, pueden afectar a un país y bajo esta circunstancia es poco probable salir de la pobreza.

Es necesario hacer algo para ayudar a esta generación que vive las consecuencias del Covid-19 ya que recuperar el tiempo es incalculable, pero el costo a largo plazo es más drástico e inimaginable.

[…Los retos y los desafíos son inmensos; pero será demasiado tarde si no se hace algo por los niños y las niñas que en estos momentos son más vulnerables y corren el riesgo de no volver a ver un libro, un cuaderno y un lápiz, tan esenciales en la educación, por más tecnología e informática que tengamos en un mundo globalizado; porque las primeras letras del lenguaje, las aprendemos con un pedazo de papel y un trozo de tiza o carboncillo…]

Durante la pandemia que estamos viviendo, el sacrificio para sobrevivir de las personas más vulnerables es muy diferente, porque literalmente muchas de ellas carecen de todo.

Sin embargo existe un grupo de población, que tiene aún más daño, y nos referimos a los niños y niñas que viven en la pobreza, inmersos en una crisis educativa, por lo que formaran una generación que aprenderá cada vez menos.

Como sabemos los confinamientos y las medidas de distanciamiento social, obligaron a cerrar escuelas afectando a 1,600 millones de niños aproximadamente en todo el mundo.

Alguna ventaja tuvieron, aquellos que viven en los suburbios, ya que el Internet les permitió lograr algunos proyectos de tareas escolares, y tomar directrices de sus maestros; pero no todos tuvieron alcance a estas herramientas, debido al desconocimiento digital tanto de profesores como de alumnos.

[…Es importante mencionar que la educación, es considerada como el único medio para salir de la pobreza…]

Y en este momento, la educación de los niños más desfavorecidos del mundo está fragmentada, ya que el derecho de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad está paralizada.

Antes de la pandemia se tenían cifras de casi 260 millones de niños no escolarizados y 400 millones que abandonaron sus estudios después de los 11 años.

La pregunta es:

¿Qué proyecto de vida les espera a estos niños y niñas?

Desde luego que nuestro país no está ajeno a este problema, la pandemia ha dejado expuestas las grandes deficiencias del sistema educativo.

Aproximadamente hay 37 millones de estudiantes en México; pero se estima que solo el 40 % de los hogares mexicanos tienen computadora, lo que representa un problema de desigualdad tecnológica.

Pero de acuerdo al calendario escolar, muchos de ellos ya habrán celebrado una graduación muy atípica, para cuando las escuelas reabran, es muy probable que muchos niños pobres no vuelvan a clases.

Es probable que más niños se sumen a las filas de menores en edad escolar, obligados a trabajar; pero el problema es todavía más delicado, ya que muchas niñas y adolescentes serán obligadas a casarse antes de tiempo, pero también aquellas que tengan entre 12 y 15 años de edad, se convertirán en madres de familia sin la posibilidad de regresar al escuela.

Todo esto genera un ciclo incontrolable en muchas regiones del país, y al mismo tiempo podría ser un tema incómodo para algunas autoridades.

Sin contar que recientemente en México alcanzamos la cifra de 40 mil fallecidos por covid-19, con la lejana probabilidad de que la pandemia disminuya, sin embargo algunas entidades que están en semáforo naranja, tienen el riesgo de regresar al color rojo, por el número de contagios y fallecidos que simplemente no disminuyen.

Bajo estas circunstancias el horizonte no es muy prometedor, el desempleo sigue en aumento afectando a miles de familias y las finanzas públicas cada vez más frágiles, con este escenario los especialistas refieren que la recuperación tomara varios años.

Sin ser fatalista la falta de experiencia política, ha dejado mudos a muchos, sin poder dar soluciones a problemas que nos afectan a todos; con la consecuencia de que nos hace más vulnerables frente decisiones equivocadas.

La UNESCO calcula que antes de la crisis del Covid 19, 50 países no invertían en educación el mínimo recomendado de 4% del PIB, o 15% del presupuesto público.

La falta de financiamiento suficiente por parte de gobiernos y donantes lleva a que muchos de los 30 millones de niños refugiados y desplazados pasen de la edad escolar sin pisar jamás un aula.

El problema se agrava ya que la pandemia restringirá aún más los presupuestos.

No olvidemos que los efectos de una educación perdida, pueden afectar a un país y bajo esta circunstancia es poco probable salir de la pobreza.

Es necesario hacer algo para ayudar a esta generación que vive las consecuencias del Covid-19 ya que recuperar el tiempo es incalculable, pero el costo a largo plazo es más drástico e inimaginable.

[…Los retos y los desafíos son inmensos; pero será demasiado tarde si no se hace algo por los niños y las niñas que en estos momentos son más vulnerables y corren el riesgo de no volver a ver un libro, un cuaderno y un lápiz, tan esenciales en la educación, por más tecnología e informática que tengamos en un mundo globalizado; porque las primeras letras del lenguaje, las aprendemos con un pedazo de papel y un trozo de tiza o carboncillo…]