/ sábado 9 de octubre de 2021

La amenaza del miedo 

“En este mundo siempre hay peligros para quien les tiene miedo” George Bernard Shaw

El confinamiento y los cambios en la sociedad que ha generado la crisis del covid-19 podrán tener efecto en el ser humano a corto, mediano y largo plazo.

Ahora nos damos cuenta que tenemos una amenaza que se incrementa y recorre el mundo entero, aquello que conocemos como […miedo…], reacción que se produce ante un peligro.

Es un sentimiento que nos provoca angustia, y que siempre ha acompañado a los seres humanos desde sus orígenes, cuando enfrenta algo desconocido, cargado de misterio, duda e incertidumbre.

Los síntomas siguen siendo los mismos, así que experimentamos reacciones fisiológicas como: aumento de la presión cardiaca, sudoración, dilatación de pupilas, descenso de la temperatura corporal y aumento del tono muscular entre otros más; además tenemos una sensación de malestar y/o preocupación, pero también la sensación de pérdida total del control.

Cuando sentimos miedo, creemos que tenemos una baja capacidad de control y de predicción, no obstante, consideramos que necesitamos hacerle frente de manera inminente, pero es importante mencionar que la respuesta del miedo es autónoma, es decir, no la activamos voluntariamente, de tal forma que el miedo nos paraliza, pero al mismo tiempo nos permitirá tomar conductas defensivas.

Por otro lado la creciente integración de las relaciones económicas, políticas y culturales en todo el planeta, ha traído consigo efectos colaterales no deseados, como: la difusión global de alarma y sentimientos de incertidumbre.

Todo ello ha generado una creciente globalización del miedo.

¿Pero en realidad a que le tenemos miedo?

Cualquier cosa puede dar miedo a una persona el cual puede ser real ante un peligro, pero existe otro tipo de miedo, aquel que es irreal o de origen imaginario, que puede convertirse en fobia.

Con la modernización de este mundo inundado de tecnología, […se supone que se minimizan los peligros que atemorizan a los individuos…]

Curiosamente las empresas prestadoras de servicios como: pólizas de seguros, sistemas de seguridad social, implementos técnicos y médicos, así como otros mecanismos de control que fueron diseñados con el objeto de resguardar en lo posible a las personas de accidentes y calamidades, han aumentado su servicio en estos rubros, lo que ha permitido un clima de confianza, donde la vida puede transcurrir sin angustias.

Sin embargo, pese al elevado nivel de eficiencia que han alcanzado las instituciones y las tecnologías modernas, la vida contemporánea se caracteriza por la sensación de un continuo sobresalto y miedo en la población.

Si bien es cierto que los riesgos son ahora de carácter global, esto no sígnica que nuestra época sea más peligrosa que otras anteriores.

Por todo lo anterior, ahora el miedo lo hemos colocado en la bandeja de entrada de nuestro software humano; para temerle a la vejez, la violencia, la muerte, al hambre, los accidentes, las multitudes, las riñas y los desastres naturales; hechos que provocan dolor, desengaño, fracaso e incluso la pérdida de un familiar, sin contar los materiales.

Los miedos también surgen en territorios donde la historia ha engendrado hechos de violencia y terror; como guerras, dictaduras y crímenes masivos.

Desafortunadamente el miedo también tiene un fin político y de control social, ya sea a propósito de aniquilar físicamente al enemigo, inmovilizarlo y confinarlo en el espacio privado, además de romper o destruir el imaginario social y ligar con un pasado común y en consecuencia, aislarlo de los demás para crear incertidumbre sobre el futuro inmediato.

Lo cierto es que el miedo paraliza la razón y la acción, impide las buenas relaciones, el pensamiento libre, anula la creatividad, empequeñece el coraje y frena la posibilidad incluso la de imaginar una sociedad de hombres justos, honestos y virtuosos.

El miedo también puede provocar pasiones descontroladas, la miseria, la falta de educación y del cuidado de la salud.

Ante todos estos escenarios, por supuesto que el miedo debe ser estudiado, por especialistas para lograr una mejor sociedad.

Ya que el temor es una emoción que inmoviliza, que neutraliza, que no permite actuar ni tomar decisiones con naturalidad.

[…Así que no es malo tener miedo, el problema es dejar que el miedo te domine y no saber su origen…]


“En este mundo siempre hay peligros para quien les tiene miedo” George Bernard Shaw

El confinamiento y los cambios en la sociedad que ha generado la crisis del covid-19 podrán tener efecto en el ser humano a corto, mediano y largo plazo.

Ahora nos damos cuenta que tenemos una amenaza que se incrementa y recorre el mundo entero, aquello que conocemos como […miedo…], reacción que se produce ante un peligro.

Es un sentimiento que nos provoca angustia, y que siempre ha acompañado a los seres humanos desde sus orígenes, cuando enfrenta algo desconocido, cargado de misterio, duda e incertidumbre.

Los síntomas siguen siendo los mismos, así que experimentamos reacciones fisiológicas como: aumento de la presión cardiaca, sudoración, dilatación de pupilas, descenso de la temperatura corporal y aumento del tono muscular entre otros más; además tenemos una sensación de malestar y/o preocupación, pero también la sensación de pérdida total del control.

Cuando sentimos miedo, creemos que tenemos una baja capacidad de control y de predicción, no obstante, consideramos que necesitamos hacerle frente de manera inminente, pero es importante mencionar que la respuesta del miedo es autónoma, es decir, no la activamos voluntariamente, de tal forma que el miedo nos paraliza, pero al mismo tiempo nos permitirá tomar conductas defensivas.

Por otro lado la creciente integración de las relaciones económicas, políticas y culturales en todo el planeta, ha traído consigo efectos colaterales no deseados, como: la difusión global de alarma y sentimientos de incertidumbre.

Todo ello ha generado una creciente globalización del miedo.

¿Pero en realidad a que le tenemos miedo?

Cualquier cosa puede dar miedo a una persona el cual puede ser real ante un peligro, pero existe otro tipo de miedo, aquel que es irreal o de origen imaginario, que puede convertirse en fobia.

Con la modernización de este mundo inundado de tecnología, […se supone que se minimizan los peligros que atemorizan a los individuos…]

Curiosamente las empresas prestadoras de servicios como: pólizas de seguros, sistemas de seguridad social, implementos técnicos y médicos, así como otros mecanismos de control que fueron diseñados con el objeto de resguardar en lo posible a las personas de accidentes y calamidades, han aumentado su servicio en estos rubros, lo que ha permitido un clima de confianza, donde la vida puede transcurrir sin angustias.

Sin embargo, pese al elevado nivel de eficiencia que han alcanzado las instituciones y las tecnologías modernas, la vida contemporánea se caracteriza por la sensación de un continuo sobresalto y miedo en la población.

Si bien es cierto que los riesgos son ahora de carácter global, esto no sígnica que nuestra época sea más peligrosa que otras anteriores.

Por todo lo anterior, ahora el miedo lo hemos colocado en la bandeja de entrada de nuestro software humano; para temerle a la vejez, la violencia, la muerte, al hambre, los accidentes, las multitudes, las riñas y los desastres naturales; hechos que provocan dolor, desengaño, fracaso e incluso la pérdida de un familiar, sin contar los materiales.

Los miedos también surgen en territorios donde la historia ha engendrado hechos de violencia y terror; como guerras, dictaduras y crímenes masivos.

Desafortunadamente el miedo también tiene un fin político y de control social, ya sea a propósito de aniquilar físicamente al enemigo, inmovilizarlo y confinarlo en el espacio privado, además de romper o destruir el imaginario social y ligar con un pasado común y en consecuencia, aislarlo de los demás para crear incertidumbre sobre el futuro inmediato.

Lo cierto es que el miedo paraliza la razón y la acción, impide las buenas relaciones, el pensamiento libre, anula la creatividad, empequeñece el coraje y frena la posibilidad incluso la de imaginar una sociedad de hombres justos, honestos y virtuosos.

El miedo también puede provocar pasiones descontroladas, la miseria, la falta de educación y del cuidado de la salud.

Ante todos estos escenarios, por supuesto que el miedo debe ser estudiado, por especialistas para lograr una mejor sociedad.

Ya que el temor es una emoción que inmoviliza, que neutraliza, que no permite actuar ni tomar decisiones con naturalidad.

[…Así que no es malo tener miedo, el problema es dejar que el miedo te domine y no saber su origen…]