/ sábado 29 de mayo de 2021

Los otros ciudadanos

“La democracia es un sistema competitivo y relativamente volátil que podría causar abstencionismo y desencanto”.

Las campañas de proselitismo están por concluir y a los candidatos no les queda mucho por hacer en la difusión de propuestas, compromisos y por supuesto las promesas como: justicia, igualdad, solidaridad, servicio público, entrega desinteresada, libertad, ética, derechos humanos, dignidad de la persona humana, Estado de derecho, progreso social, y otros más que están siempre a flor de labios de nuestros sacrificados representantes, para concluir con la sagrada petición del sufragio del electorado.

Los protagónicos también saben que van a enfrentar al fantasma del “desencanto político”, que se hace patente cada vez que se aproxima una elección, el cual se genera porque los ciudadanos, castigan duramente las transgresiones morales y las promesas de campaña no cumplidas de los gobernantes.

Razón de más por la que los electores, simplemente ya no creen en los políticos.

El pensamiento lógico de muchos de ellos es que al emitir su voto no cambiara nada.

Por otro lado se sabe que el triunfo en el escenario electoral, es un requisito para acceder al famoso “poder político”, pero sin dejar de mencionar que la actividad política, debe ser realizada por aquellos que supuestamente, son los mejores y más capacitados.

Los temas sociales, económicos, culturales, educativos, ambientales y otros más, permanecen vigentes en la mesa, así que el ciudadano tiene un sentimiento de inconformidad, por el incumplimiento de promesas anteriores, además esto genera desmovilización y desapego hacia un partido o candidato.

Recordemos que el abstencionismo en México, se comienza a investigar un poco después de la llegada de Vicente Fox a la Presidencia.

En el año 2003 los votantes que apoyaron a Fox, comprobaron que sus ilusiones políticas no se cumplieron por el gobierno saliente; motivo por el que se desmovilizaron y provocaron un gran abstencionismo en las elecciones de 2003.

La idea del desencanto como posible causa del abstencionismo, se ha vuelto una especie de lugar común, sobre el que mucho se ha reflexionado y debatido, pero que desafortunadamente, casi no ha sido comprobado.

Este desencanto se reafirmó con el “fraude electoral” de 1988, por lo que ya se esperaba el malestar de la sociedad, provocando un sentimiento de futilidad del voto en un sistema fraudulento, que por supuesto se transformó en un importante voto de castigo, que ayudó a Vicente Fox a llegar a la Presidencia.

No es necesario recordar que votar es un derecho, que la jerarquía normativa le concede rango constitucional.

En el artículo 35, fracc. I, establece que “votar en las elecciones es un derecho ciudadano”, en tanto que el art. 36, fracc. III, señala que “votar en las elecciones y consultas populares es una obligación ciudadana”.

Por otro lado, el art 38, fracc. I, establece que, por falta de cumplimiento, sin causa justificada a las obligaciones que “impone” el art. 36, se “suspenden los derechos y prerrogativas del ciudadano”.

Lo anterior, aparentemente muestra una contradicción: “derecho ciudadano y obligación con sanción por falta de cumplimiento”.

En segundo término, la redacción jurídica del art. 38, parece confusa, ambigua y carente de aplicación efectiva.

Lo cierto es que en estas “elecciones históricas”, que se van a llevar a cabo el próximo 6 de junio, cayó en lo común por el mensaje demagógico de los candidatos, que fue tan solo descalificar el pasado, y aventurarse a “pregonar” como verbena popular, la posibilidad de su regreso para espantar a los electores con la afirmación de que, […si pierden…], se cancelarán los programas de “asistencia social”.

¿Será esto cierto? Además es ¿Una amenaza prometida o una promesa amenazada?

Recordemos que la política mexicana está llena de grandes y huecas palabras. Casi todas ellas no poseen contenido alguno, vemos como han perdido su fuerza, por ser repetidas y otra vez repetidas.

De esta forma el lenguaje, se ha convertido en un vericueto, por todos aquellos que aspiran a un puesto de elección popular.

Seguiremos escuchando frases hechas de cartón reciclado, signadas en diferentes tiempos y por otros personajes.

Mientras tanto los ciudadanos sueñan con el ideal de Estado, en donde todos tengan la posibilidad de asegurar su felicidad, sin caer en la violencia, el engaño y las intrigas.

[…Bueno tan solo es un ideal…]

“La democracia es un sistema competitivo y relativamente volátil que podría causar abstencionismo y desencanto”.

Las campañas de proselitismo están por concluir y a los candidatos no les queda mucho por hacer en la difusión de propuestas, compromisos y por supuesto las promesas como: justicia, igualdad, solidaridad, servicio público, entrega desinteresada, libertad, ética, derechos humanos, dignidad de la persona humana, Estado de derecho, progreso social, y otros más que están siempre a flor de labios de nuestros sacrificados representantes, para concluir con la sagrada petición del sufragio del electorado.

Los protagónicos también saben que van a enfrentar al fantasma del “desencanto político”, que se hace patente cada vez que se aproxima una elección, el cual se genera porque los ciudadanos, castigan duramente las transgresiones morales y las promesas de campaña no cumplidas de los gobernantes.

Razón de más por la que los electores, simplemente ya no creen en los políticos.

El pensamiento lógico de muchos de ellos es que al emitir su voto no cambiara nada.

Por otro lado se sabe que el triunfo en el escenario electoral, es un requisito para acceder al famoso “poder político”, pero sin dejar de mencionar que la actividad política, debe ser realizada por aquellos que supuestamente, son los mejores y más capacitados.

Los temas sociales, económicos, culturales, educativos, ambientales y otros más, permanecen vigentes en la mesa, así que el ciudadano tiene un sentimiento de inconformidad, por el incumplimiento de promesas anteriores, además esto genera desmovilización y desapego hacia un partido o candidato.

Recordemos que el abstencionismo en México, se comienza a investigar un poco después de la llegada de Vicente Fox a la Presidencia.

En el año 2003 los votantes que apoyaron a Fox, comprobaron que sus ilusiones políticas no se cumplieron por el gobierno saliente; motivo por el que se desmovilizaron y provocaron un gran abstencionismo en las elecciones de 2003.

La idea del desencanto como posible causa del abstencionismo, se ha vuelto una especie de lugar común, sobre el que mucho se ha reflexionado y debatido, pero que desafortunadamente, casi no ha sido comprobado.

Este desencanto se reafirmó con el “fraude electoral” de 1988, por lo que ya se esperaba el malestar de la sociedad, provocando un sentimiento de futilidad del voto en un sistema fraudulento, que por supuesto se transformó en un importante voto de castigo, que ayudó a Vicente Fox a llegar a la Presidencia.

No es necesario recordar que votar es un derecho, que la jerarquía normativa le concede rango constitucional.

En el artículo 35, fracc. I, establece que “votar en las elecciones es un derecho ciudadano”, en tanto que el art. 36, fracc. III, señala que “votar en las elecciones y consultas populares es una obligación ciudadana”.

Por otro lado, el art 38, fracc. I, establece que, por falta de cumplimiento, sin causa justificada a las obligaciones que “impone” el art. 36, se “suspenden los derechos y prerrogativas del ciudadano”.

Lo anterior, aparentemente muestra una contradicción: “derecho ciudadano y obligación con sanción por falta de cumplimiento”.

En segundo término, la redacción jurídica del art. 38, parece confusa, ambigua y carente de aplicación efectiva.

Lo cierto es que en estas “elecciones históricas”, que se van a llevar a cabo el próximo 6 de junio, cayó en lo común por el mensaje demagógico de los candidatos, que fue tan solo descalificar el pasado, y aventurarse a “pregonar” como verbena popular, la posibilidad de su regreso para espantar a los electores con la afirmación de que, […si pierden…], se cancelarán los programas de “asistencia social”.

¿Será esto cierto? Además es ¿Una amenaza prometida o una promesa amenazada?

Recordemos que la política mexicana está llena de grandes y huecas palabras. Casi todas ellas no poseen contenido alguno, vemos como han perdido su fuerza, por ser repetidas y otra vez repetidas.

De esta forma el lenguaje, se ha convertido en un vericueto, por todos aquellos que aspiran a un puesto de elección popular.

Seguiremos escuchando frases hechas de cartón reciclado, signadas en diferentes tiempos y por otros personajes.

Mientras tanto los ciudadanos sueñan con el ideal de Estado, en donde todos tengan la posibilidad de asegurar su felicidad, sin caer en la violencia, el engaño y las intrigas.

[…Bueno tan solo es un ideal…]