/ viernes 7 de diciembre de 2018

No Ficción

La crisis en los medios

El anuncio que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hizo respecto a la reducción del 50% en publicidad debió hacer temblar a los dueños de los medios poderosos.

Y seguramente lo hizo también con lo que no lo son tanto: acostumbrados a vivir en buena medida de la inversión gubernamental, el panorama se antoja realmente difícil.

La crisis en la que están inmersos los medios en general, y los de Ciudad Juárez en particular, es difícil de sortear. Y no tiene que ver solo con la falta del presupuesto gubernamental, pues además de que les hace falta buscar fórmulas nuevas de financiamiento, lo que es urgente es que retomen las bases del periodismo, que dejen de ser solo reflejo de lo que los poderosos quieren, para convertirse en escaparate de lo que la sociedad necesita saber, ser contrapeso del poder, volverse los ojos y los oídos de la población común que no tiene acceso a la información. Y, sobre todo, dejar de hablar a los ciudadanos para empezar a hablar de los ciudadanos.

Al respecto Ignacio Ramonet en el libro ͞La explosión del periodismo͟ dice que la crisis (de credibilidad) de los medios de comunicación se debe, entre otras causas, a que el periodismo de especulación, de entretenimiento y de espectáculo triunfa en detrimento de la exigencia y la calidad.

Los nuevos periodistas, sobre todo en los medios en línea, tienden a dedicarle más tiempo a la difusión de las noticias que a la investigación de la información o a la reflexión.

En la actualidad son claramente más reactivos y menos meditativos y están más atentos a los acontecimientos, pero son menos sensibles al contexto.

Sin embargo, los factores que tienen en crisis a los medios bien pueden convertirse en su punto de partida para retomar el rumbo y hacer los ajustes pertinentes para cumplir con la obligación moral e histórica que tienen con la comunidad y para recuperar la confianza que han perdido.

El camino no es fácil. Se vislumbra lleno de dificultades y desafíos. Quizá los más complejos son lo que tienen que ver con la mediocridad, la flojera y la apatía que muchos de los periodistas sienten y reflejan por el medio mismo. Es necesario que la vena y el olfato periodístico resurja en los reporteros, fotógrafos, editores.

Que se obliguen a sí mismos a desentrañar lo que no se ve a simple vista. Que se comprometan a hacer su trabajo de la mejor manera, que se obliguen a prepararse constantemente, a investigar, preguntar, indagar. A no conformarse con reproducir los comunicados de prensa o a reseñar a la ligera los hechos acontecidos.

El valor de los medios está en juego. Pero son los periodistas los que tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el panorama y lograr que, una vez más, la prensa se convierta en una parte imprescindible de la sociedad.

La crisis en los medios

El anuncio que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hizo respecto a la reducción del 50% en publicidad debió hacer temblar a los dueños de los medios poderosos.

Y seguramente lo hizo también con lo que no lo son tanto: acostumbrados a vivir en buena medida de la inversión gubernamental, el panorama se antoja realmente difícil.

La crisis en la que están inmersos los medios en general, y los de Ciudad Juárez en particular, es difícil de sortear. Y no tiene que ver solo con la falta del presupuesto gubernamental, pues además de que les hace falta buscar fórmulas nuevas de financiamiento, lo que es urgente es que retomen las bases del periodismo, que dejen de ser solo reflejo de lo que los poderosos quieren, para convertirse en escaparate de lo que la sociedad necesita saber, ser contrapeso del poder, volverse los ojos y los oídos de la población común que no tiene acceso a la información. Y, sobre todo, dejar de hablar a los ciudadanos para empezar a hablar de los ciudadanos.

Al respecto Ignacio Ramonet en el libro ͞La explosión del periodismo͟ dice que la crisis (de credibilidad) de los medios de comunicación se debe, entre otras causas, a que el periodismo de especulación, de entretenimiento y de espectáculo triunfa en detrimento de la exigencia y la calidad.

Los nuevos periodistas, sobre todo en los medios en línea, tienden a dedicarle más tiempo a la difusión de las noticias que a la investigación de la información o a la reflexión.

En la actualidad son claramente más reactivos y menos meditativos y están más atentos a los acontecimientos, pero son menos sensibles al contexto.

Sin embargo, los factores que tienen en crisis a los medios bien pueden convertirse en su punto de partida para retomar el rumbo y hacer los ajustes pertinentes para cumplir con la obligación moral e histórica que tienen con la comunidad y para recuperar la confianza que han perdido.

El camino no es fácil. Se vislumbra lleno de dificultades y desafíos. Quizá los más complejos son lo que tienen que ver con la mediocridad, la flojera y la apatía que muchos de los periodistas sienten y reflejan por el medio mismo. Es necesario que la vena y el olfato periodístico resurja en los reporteros, fotógrafos, editores.

Que se obliguen a sí mismos a desentrañar lo que no se ve a simple vista. Que se comprometan a hacer su trabajo de la mejor manera, que se obliguen a prepararse constantemente, a investigar, preguntar, indagar. A no conformarse con reproducir los comunicados de prensa o a reseñar a la ligera los hechos acontecidos.

El valor de los medios está en juego. Pero son los periodistas los que tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el panorama y lograr que, una vez más, la prensa se convierta en una parte imprescindible de la sociedad.

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