/ viernes 5 de octubre de 2018

No Ficción

En menos de una semana hemos recordado dos hechos que nunca debieron haber pasado: la desaparición de lo 43 de Ayotzinapa y la masacre en Tlatelolco. Entre ambos acontecimientos median 46 años, pero el sentimiento de frustración entre la población sigue siendo el mismo.

A los 18 años, dice la expresión popular, si no eres incendiario no tienes corazón. Si a los 40 no eres bombero, no tienes cerebro. El problema es que, instalados en la comodidad del estatus quo, algunos olvidan que el corazón de los jóvenes es necesario para mantener rodando la maquinaria oxidada de los adultos: no hay que reprimirlos, hay que escucharlos.

El trasfondo de lo ocurrido en el 68 fue la inconformidad, la misma que obligaba a movilizarse a los de Ayotzinapa. Y aunque las circunstancias obviamente son distintas, el resultado es igualmente vergonzoso. Increíble que el estado, que debe proteger, tolera (si no es que alienta) acciones en contra de quien se atreve a alzar la voz. Y no es privativo de los estudiantes: la lista de periodistas muertos es también una afrenta a la sociedad.

Entender lo que pasó en el 68 no es fácil. Las versiones, como siempre ocurre, hasta llegan a contradecirse, pero eso no debe desviar la mirada. Lo más importante es que nunca más vuelva a pasar.

Para adentrarse en el tema, sugiero la lectura de el libro: 1968, el año que transformó el mundo, de Ángeles Magdaleno, especialista en archivos sobre seguridad nacional y quien ha dedicado un gran esfuerzo a investigar el Movimiento del 68. Es colaboradora de Proceso y es coautora, junto con Julio Scherer, de El Indio que mató al Padre Pro.

En el libro se argumenta que en 1968 el mundo experimentó una convulsión de tal intensidad, que moldeó la realidad que hoy vivimos. Y 50 años después estamos viviendo las consecuencias de esa metamorfosis global.

A partir de 3 vertientes: vida política, vida social y vida cultural, se enumeran 68 eventos relevantes y de aliento positivo que sucedieron durante ese año en todo el mundo. Fue una época extraordinaria que trazó diversos caminos: el auge de la poesía, los Juegos Olímpicos en México, la obra de Elena Garro, las protesta por los conflictos raciales, la apertura sexual que recién salía a la luz, los descubrimientos científicos y muchos otros acontecimientos sucedidos durante aquél año.

Junto con esos temas, la autora presenta información del cine, la literatura y muchas otras expresiones artísticas. Un libro que sin duda, llena un espacio necesario para entender o explicar, lo ocurrido hace ya cincuenta años.

En menos de una semana hemos recordado dos hechos que nunca debieron haber pasado: la desaparición de lo 43 de Ayotzinapa y la masacre en Tlatelolco. Entre ambos acontecimientos median 46 años, pero el sentimiento de frustración entre la población sigue siendo el mismo.

A los 18 años, dice la expresión popular, si no eres incendiario no tienes corazón. Si a los 40 no eres bombero, no tienes cerebro. El problema es que, instalados en la comodidad del estatus quo, algunos olvidan que el corazón de los jóvenes es necesario para mantener rodando la maquinaria oxidada de los adultos: no hay que reprimirlos, hay que escucharlos.

El trasfondo de lo ocurrido en el 68 fue la inconformidad, la misma que obligaba a movilizarse a los de Ayotzinapa. Y aunque las circunstancias obviamente son distintas, el resultado es igualmente vergonzoso. Increíble que el estado, que debe proteger, tolera (si no es que alienta) acciones en contra de quien se atreve a alzar la voz. Y no es privativo de los estudiantes: la lista de periodistas muertos es también una afrenta a la sociedad.

Entender lo que pasó en el 68 no es fácil. Las versiones, como siempre ocurre, hasta llegan a contradecirse, pero eso no debe desviar la mirada. Lo más importante es que nunca más vuelva a pasar.

Para adentrarse en el tema, sugiero la lectura de el libro: 1968, el año que transformó el mundo, de Ángeles Magdaleno, especialista en archivos sobre seguridad nacional y quien ha dedicado un gran esfuerzo a investigar el Movimiento del 68. Es colaboradora de Proceso y es coautora, junto con Julio Scherer, de El Indio que mató al Padre Pro.

En el libro se argumenta que en 1968 el mundo experimentó una convulsión de tal intensidad, que moldeó la realidad que hoy vivimos. Y 50 años después estamos viviendo las consecuencias de esa metamorfosis global.

A partir de 3 vertientes: vida política, vida social y vida cultural, se enumeran 68 eventos relevantes y de aliento positivo que sucedieron durante ese año en todo el mundo. Fue una época extraordinaria que trazó diversos caminos: el auge de la poesía, los Juegos Olímpicos en México, la obra de Elena Garro, las protesta por los conflictos raciales, la apertura sexual que recién salía a la luz, los descubrimientos científicos y muchos otros acontecimientos sucedidos durante aquél año.

Junto con esos temas, la autora presenta información del cine, la literatura y muchas otras expresiones artísticas. Un libro que sin duda, llena un espacio necesario para entender o explicar, lo ocurrido hace ya cincuenta años.

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