/ sábado 25 de junio de 2022

¿Y ahora qué sigue?

El asesinato de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, en el poblado de Cerocahui, por demás ya comentado, causó una fragilidad entre la relación del Papa Francisco, los jesuitas y la jerarquía de la Iglesia católica con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Recordemos que los jesuitas es una orden religiosa de la iglesia católica, que surge con la compañía de Jesús, fundada en el año de 1534, por Iñigo López de Recalde, quien fue canonizado por la iglesia católica, como san Ignacio de Loyola.

De tal forma que la mayor aportación de los jesuitas en México, desde entonces está orientada al humanismo y a la educación, por lo que su influencia en el mundo intelectual y cultural es ilimitada.

Humanismo que se consolida en los conventos jesuitas en varias regiones del país, donde se atendía la educación de criollos e indígenas, el ejemplo lo tenemos con Francisco Javier Clavijero, quien nació en Veracruz, el 9 de septiembre de 1731.

Clavijero se ordenó sacerdote cuando apenas tenía 17 años de edad, era todavía un adolescente y a los 20, fue reconocido como el jesuita más culto de su época, tenía conocimientos de geografía, historia, cosmografía y religión, además de literatura, filosofía, teología, latín, griego y hebreo; inclusive tenía conocimientos de música y arte.

Hablaba elegantemente como pocos, el español, el latín, y varias lenguas indígenas, además comprendía perfectamente el francés y el portugués.

Fue un hombre educado, culto, noble, sencillo, y generoso, que siempre busco un trato justo para los indígenas.

Sin temor a equivocarse, esa es la imagen que tenemos de los jesuitas, que por supuesto no ha cambiado; sin embargo ante el lamentable suceso, por primera vez en este sexenio, los jesuitas se solidarizan con la población que sufre una situación de violencia, que nadie puede detener, por lo que exigen a las autoridades correspondientes, justicia; valor fundamental del ser humano, que cada vez se está perdiendo en México.

Así que los casi 20 mil ministros, entre obispos, arzobispos, cardenales y sacerdotes, van a tener sus reservas de apoyar al candidato de Morena, por lo que la relación entre gobierno e Iglesia, puede deteriorarse aun todavía más.

La muerte de los sacerdotes jesuitas, va a tener un impacto negativo para el gobierno mexicano, pues la Iglesia católica está gobernada por un jesuita y la Compañía de Jesús es la organización católica más influyente del mundo, particularmente en las universidades privadas y en los grupos de defensa de derechos humanos.

También sabemos que la presencia de los jesuitas, tiene muchos años en Chihuahua, pero también en otros estados como; Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Guanajuato y Cd. de México; así que tienen un gran peso y de acuerdo a especialistas, su influencia se debe considerar, ya que podría afectar el juego político que se avecina para el 2024.

Cabe recordar que en México, la Universidad Iberoamérica, el ITESO de Guadalajara y la obra social de los jesuitas, apoyaron la campaña de la 4T y aunque no se sintieron escuchados, se tuvo una relación calificada como regular y aceptable.

La Conferencia del Episcopado Mexicano, integrada por más de 100 obispos, durante estos tres años no ha tenido una buena relación con el gobierno, por lo que no está a favor de la estrategia del combate a la inseguridad, que ha elegido el presidente de nuestro país, menos en aquello de “abrazos, no balazos”, como una medida de política pública para resolver este problema.

Por otra parte, se señala que no hay verdaderos programas sociales que atiendan a la comunidad para reconstruir el tejido social, a través de la promoción de las familias trabajando por el bien común, sino que más bien se trata de pagos individuales, que están destinados más al clientelismo y a la compra de votos.

Ahora los jesuitas también tienen expresiones que ya son comunes escuchar cómo; “condenamos” y “exigimos” por la violencia en la que está inmersa el país.

No dudemos que los jesuitas también, se planten frente a las puertas de palacio, para exigir una rendición de cuentas, por estos lamentables hechos.

Y a propósito de barbarie y violencia, Francisco Javier Clavijero, mencionaba que “de nada sirven las leyes cuando se cela su observación, si no se castiga a los delincuentes”

Cuánta razón tenía Clavijero, a la población no le pueden quitar aquello que por derecho le corresponde y eso se llama […justicia…]


El asesinato de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, en el poblado de Cerocahui, por demás ya comentado, causó una fragilidad entre la relación del Papa Francisco, los jesuitas y la jerarquía de la Iglesia católica con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Recordemos que los jesuitas es una orden religiosa de la iglesia católica, que surge con la compañía de Jesús, fundada en el año de 1534, por Iñigo López de Recalde, quien fue canonizado por la iglesia católica, como san Ignacio de Loyola.

De tal forma que la mayor aportación de los jesuitas en México, desde entonces está orientada al humanismo y a la educación, por lo que su influencia en el mundo intelectual y cultural es ilimitada.

Humanismo que se consolida en los conventos jesuitas en varias regiones del país, donde se atendía la educación de criollos e indígenas, el ejemplo lo tenemos con Francisco Javier Clavijero, quien nació en Veracruz, el 9 de septiembre de 1731.

Clavijero se ordenó sacerdote cuando apenas tenía 17 años de edad, era todavía un adolescente y a los 20, fue reconocido como el jesuita más culto de su época, tenía conocimientos de geografía, historia, cosmografía y religión, además de literatura, filosofía, teología, latín, griego y hebreo; inclusive tenía conocimientos de música y arte.

Hablaba elegantemente como pocos, el español, el latín, y varias lenguas indígenas, además comprendía perfectamente el francés y el portugués.

Fue un hombre educado, culto, noble, sencillo, y generoso, que siempre busco un trato justo para los indígenas.

Sin temor a equivocarse, esa es la imagen que tenemos de los jesuitas, que por supuesto no ha cambiado; sin embargo ante el lamentable suceso, por primera vez en este sexenio, los jesuitas se solidarizan con la población que sufre una situación de violencia, que nadie puede detener, por lo que exigen a las autoridades correspondientes, justicia; valor fundamental del ser humano, que cada vez se está perdiendo en México.

Así que los casi 20 mil ministros, entre obispos, arzobispos, cardenales y sacerdotes, van a tener sus reservas de apoyar al candidato de Morena, por lo que la relación entre gobierno e Iglesia, puede deteriorarse aun todavía más.

La muerte de los sacerdotes jesuitas, va a tener un impacto negativo para el gobierno mexicano, pues la Iglesia católica está gobernada por un jesuita y la Compañía de Jesús es la organización católica más influyente del mundo, particularmente en las universidades privadas y en los grupos de defensa de derechos humanos.

También sabemos que la presencia de los jesuitas, tiene muchos años en Chihuahua, pero también en otros estados como; Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Guanajuato y Cd. de México; así que tienen un gran peso y de acuerdo a especialistas, su influencia se debe considerar, ya que podría afectar el juego político que se avecina para el 2024.

Cabe recordar que en México, la Universidad Iberoamérica, el ITESO de Guadalajara y la obra social de los jesuitas, apoyaron la campaña de la 4T y aunque no se sintieron escuchados, se tuvo una relación calificada como regular y aceptable.

La Conferencia del Episcopado Mexicano, integrada por más de 100 obispos, durante estos tres años no ha tenido una buena relación con el gobierno, por lo que no está a favor de la estrategia del combate a la inseguridad, que ha elegido el presidente de nuestro país, menos en aquello de “abrazos, no balazos”, como una medida de política pública para resolver este problema.

Por otra parte, se señala que no hay verdaderos programas sociales que atiendan a la comunidad para reconstruir el tejido social, a través de la promoción de las familias trabajando por el bien común, sino que más bien se trata de pagos individuales, que están destinados más al clientelismo y a la compra de votos.

Ahora los jesuitas también tienen expresiones que ya son comunes escuchar cómo; “condenamos” y “exigimos” por la violencia en la que está inmersa el país.

No dudemos que los jesuitas también, se planten frente a las puertas de palacio, para exigir una rendición de cuentas, por estos lamentables hechos.

Y a propósito de barbarie y violencia, Francisco Javier Clavijero, mencionaba que “de nada sirven las leyes cuando se cela su observación, si no se castiga a los delincuentes”

Cuánta razón tenía Clavijero, a la población no le pueden quitar aquello que por derecho le corresponde y eso se llama […justicia…]