/ viernes 11 de junio de 2021

Y hablando de…

¡GANAMOS!

Como si acabaran de cerrar las casillas y aun no hubiera ninguna información oficial, todo mundo sigue declarándose ganador de la pasada jornada electoral. La coalición opositora Va por México levanta el puño triunfante y dice haber logrado el objetivo de evitar que el presidente obtuviera una mayoría calificada con la que pudiera hacer del país lo que le diera la gana.

Si la coalición del PAN su contrincante tradicional (PRI), y con su opuesto en el espectro ideológico (PRD), sólo tuvo el objeto de contener el avance de Morena, entonces podríamos decir que se logró, a medias. Porque aun y cuando el partido presidencial no contará por sí mismo con los votos suficientes para modificar la constitución del país, ni sumando a sus aliados PVEM y PT, sigue siendo una importante mayoría, y existe la posibilidad de que logre adquirir los votos que le faltan por lo diversos medios que tiene acostumbrado. La coalición electoral deberá mantenerse en su actuar dentro del órgano legislativo si realmente quieren funcionar como un elemento de contención.

Pero en las elecciones locales los resultados son diferentes. Morena gano la mayoría de las gubernaturas en juego, y la mayoría de ellas por amplia mayoría, aunque suene reburujado.

Por su parte el presidente no se cansa de hablar del avance de su proyecto, y a la vista de las gubernaturas obtenidas, no le falta razón. Pero de vuelta, si nos vamos a la integración del órgano legislativo observamos que la impresionante aplanadora que tenía quedó abollada. Cierto, no le faltarán votos para seguir mandando proyectos de ley y que en el congreso no le muevan ni una coma, pero enseñó que no es lo mismo los tres mosqueteros que veinte años después.

Y no es lo mismo porque a nivel nacional, ya no hablemos de los treinta millones de votantes que apoyaron al presidente, si no de los veintitrés que habían sufragado en favor de candidatos morenistas hace tres años. De esos veintitrés les quedan sólo dieciséis.

Llama la atención los resultados en la Ciudad de México, que geográficamente se parte en dos conservando el partido del presidente toda la parte oriental, mientras que la oposición lo barrió en la oposición lo barre en el occidente, logrando en conjunto obtener más votos que la coalición del partido gobernante. Morena sólo pudo retener seis de las dieciséis alcaldías que obtuvo en dos mil dieciocho.

Otra granja importante donde el presidente cosechó votos en dos mil dieciocho fue Veracruz. El pasado domingo su partido obtuvo en ese estado menos votos, no sólo que el PAN, que fue el partido más votado, sino también menos que Movimiento Ciudadano.

Extraño, por decir lo menos, es el avance en el extremo contrario del país. Morena domina ahora, salvo por el lunar naranja que constituye el estado de Jalisco, toda la costa del pacífico, particularmente los estados que tienen una historia de participación en el cultivo y trasiego de enervantes; desde Guerrero hasta las Baja Californias. ¿Será por esto que el presidente agradeció a la “delincuencia organizada” su buen comportamiento el pasado domingo? Es pregunta.

Si me pregunta a mí (¿por qué nadie me pregunta?), creo que el gran ganador del proceso ha sido el INE. Durante meses el instituto vino sufriendo ataques desde el púlpito palaciego y matutino, y a su linchamiento se sumaron los actores políticos que son obedientes al presidente. Sin embargo, el desempeño del organismo el pasado domingo, y desde luego, el de los cientos de miles de ciudadanos que son seleccionados y capacitados por el mismo para llevar a cabo la jornada electoral, fue pulcro y ordenado.

El informe de sus actividades es contundente, el porcentaje de instalación de casillas a nivel nacional fue superior al noventa y nueve por ciento, es decir, casi perfecto. Los incidentes en la jornada fueron menores, la votación fue copiosa y los resultados que se extrajeron de las urnas no han sido cuestionados.

Abro el paréntesis aquí para señalar específicamente a los resultados de las urnas, porque a mi ver existen suficientes motivos para buscar la anulación de múltiples elecciones dado el activismo político electoral que del presidente, mismo que fue incapaz de contenerse ni aún durante el período de reflexión electoral. Digo, si los “influencers” del Verde son una mamarrachada, la permanencia electorera del presidente merece otros adjetivos.

Acá las cosas se vieron como se veían venir. La alianza integrada por el PAN retiene holgadamente la gubernatura, y lo mismo puede decirse del triunfo de Morena en la alcaldía y en ocho de los nueve distritos locales de Juárez. Sin embargo, recuperar el distrito 5 local con la reelección de la diputada Marisela Terrazas, y aportar un diputado al congreso federal, no es poca cosa.

Pasados los festejos, morena tendrá que revisar los números. Mientras que en 2018 obtuvo 177,460 para su candidato a alcalde, ahora solo alcanza 160,957, en números gruesos, perdió a uno de cada diez votantes.

Y la tarea seguirá para el PAN, a quien no le alcanzó el experimento de rentar las siglas. Sigue muy lejos de ser un serio contendiente para dirigir de nueva cuenta los destinos de la ciudad, aunque sí demostró ser más aguzado que el grupo del candidato, pues todos los representantes en el ayuntamiento provendrán del partido.

Se están realizando los cómputos distritales, y de ahí siempre sale algo que vale la pena abordar en otra ocasión en que nos encontremos hablando de…

¡GANAMOS!

Como si acabaran de cerrar las casillas y aun no hubiera ninguna información oficial, todo mundo sigue declarándose ganador de la pasada jornada electoral. La coalición opositora Va por México levanta el puño triunfante y dice haber logrado el objetivo de evitar que el presidente obtuviera una mayoría calificada con la que pudiera hacer del país lo que le diera la gana.

Si la coalición del PAN su contrincante tradicional (PRI), y con su opuesto en el espectro ideológico (PRD), sólo tuvo el objeto de contener el avance de Morena, entonces podríamos decir que se logró, a medias. Porque aun y cuando el partido presidencial no contará por sí mismo con los votos suficientes para modificar la constitución del país, ni sumando a sus aliados PVEM y PT, sigue siendo una importante mayoría, y existe la posibilidad de que logre adquirir los votos que le faltan por lo diversos medios que tiene acostumbrado. La coalición electoral deberá mantenerse en su actuar dentro del órgano legislativo si realmente quieren funcionar como un elemento de contención.

Pero en las elecciones locales los resultados son diferentes. Morena gano la mayoría de las gubernaturas en juego, y la mayoría de ellas por amplia mayoría, aunque suene reburujado.

Por su parte el presidente no se cansa de hablar del avance de su proyecto, y a la vista de las gubernaturas obtenidas, no le falta razón. Pero de vuelta, si nos vamos a la integración del órgano legislativo observamos que la impresionante aplanadora que tenía quedó abollada. Cierto, no le faltarán votos para seguir mandando proyectos de ley y que en el congreso no le muevan ni una coma, pero enseñó que no es lo mismo los tres mosqueteros que veinte años después.

Y no es lo mismo porque a nivel nacional, ya no hablemos de los treinta millones de votantes que apoyaron al presidente, si no de los veintitrés que habían sufragado en favor de candidatos morenistas hace tres años. De esos veintitrés les quedan sólo dieciséis.

Llama la atención los resultados en la Ciudad de México, que geográficamente se parte en dos conservando el partido del presidente toda la parte oriental, mientras que la oposición lo barrió en la oposición lo barre en el occidente, logrando en conjunto obtener más votos que la coalición del partido gobernante. Morena sólo pudo retener seis de las dieciséis alcaldías que obtuvo en dos mil dieciocho.

Otra granja importante donde el presidente cosechó votos en dos mil dieciocho fue Veracruz. El pasado domingo su partido obtuvo en ese estado menos votos, no sólo que el PAN, que fue el partido más votado, sino también menos que Movimiento Ciudadano.

Extraño, por decir lo menos, es el avance en el extremo contrario del país. Morena domina ahora, salvo por el lunar naranja que constituye el estado de Jalisco, toda la costa del pacífico, particularmente los estados que tienen una historia de participación en el cultivo y trasiego de enervantes; desde Guerrero hasta las Baja Californias. ¿Será por esto que el presidente agradeció a la “delincuencia organizada” su buen comportamiento el pasado domingo? Es pregunta.

Si me pregunta a mí (¿por qué nadie me pregunta?), creo que el gran ganador del proceso ha sido el INE. Durante meses el instituto vino sufriendo ataques desde el púlpito palaciego y matutino, y a su linchamiento se sumaron los actores políticos que son obedientes al presidente. Sin embargo, el desempeño del organismo el pasado domingo, y desde luego, el de los cientos de miles de ciudadanos que son seleccionados y capacitados por el mismo para llevar a cabo la jornada electoral, fue pulcro y ordenado.

El informe de sus actividades es contundente, el porcentaje de instalación de casillas a nivel nacional fue superior al noventa y nueve por ciento, es decir, casi perfecto. Los incidentes en la jornada fueron menores, la votación fue copiosa y los resultados que se extrajeron de las urnas no han sido cuestionados.

Abro el paréntesis aquí para señalar específicamente a los resultados de las urnas, porque a mi ver existen suficientes motivos para buscar la anulación de múltiples elecciones dado el activismo político electoral que del presidente, mismo que fue incapaz de contenerse ni aún durante el período de reflexión electoral. Digo, si los “influencers” del Verde son una mamarrachada, la permanencia electorera del presidente merece otros adjetivos.

Acá las cosas se vieron como se veían venir. La alianza integrada por el PAN retiene holgadamente la gubernatura, y lo mismo puede decirse del triunfo de Morena en la alcaldía y en ocho de los nueve distritos locales de Juárez. Sin embargo, recuperar el distrito 5 local con la reelección de la diputada Marisela Terrazas, y aportar un diputado al congreso federal, no es poca cosa.

Pasados los festejos, morena tendrá que revisar los números. Mientras que en 2018 obtuvo 177,460 para su candidato a alcalde, ahora solo alcanza 160,957, en números gruesos, perdió a uno de cada diez votantes.

Y la tarea seguirá para el PAN, a quien no le alcanzó el experimento de rentar las siglas. Sigue muy lejos de ser un serio contendiente para dirigir de nueva cuenta los destinos de la ciudad, aunque sí demostró ser más aguzado que el grupo del candidato, pues todos los representantes en el ayuntamiento provendrán del partido.

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